miércoles, 12 de junio de 2013

Lo que está por llegar...

Hace mucho que no actualizo este blog, lo sé. Y siempre me fijo el propósito de escribir más a menudo, pero durante todo el mes de mayo estuve ocupado y sin un momento de respiro debido a las últimas prácticas y exámenes de mi carrera. Ahora me encuentro en el primer momento de calma que he tenido en mucho tiempo, y se me pasan muchas cosas por la cabeza. Lo reconozco: me siento bastante nostálgico estos días, nostálgico por un lado y, en cierta medida, temeroso y expectante por el otro. Intentaré ser conciso y no caer en la parrafada. Lo intentaré.

Ya han pasado cuatro años desde que me inscribí en la Universitat Rovira i Virgili, en Tarragona. Ahora, pasados estos cuatro años, me encuentro en un periodo de incertidumbre total: estoy buscando trabajo, cosa bastante utópica a días de hoy, teniendo en cuenta cómo están las cosas. ¿De qué espero trabajar? Sinceramente: no está el horno para bollos ni el panorama como para ser delicado, así que trabajaría de lo que fuese con tal de ganarme la vida y de sentirme útil, realizado.


Sin embargo, tengo más clara la respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué espero de la vida a medio/largo plazo? O, dicho de otra manera, ¿qué es lo que me hace sentir realizado? La respuesta que me viene a la cabeza es bien clara e inmediata: dirigir e interpretar. Sí, interpretar también. Quienes me conocen saben de sobra que desde hace años dirijo cortometrajes, habiendo realizado también un largometraje (objetivamente bastante lamentable, pero del que inexplicablemente me siento orgullosísimo) y el episodio piloto de una webserie. ¡Cómo no van a conocer esa faceta, con lo que llego a dar el coñazo hablando de mis proyectos!

Pero muchas veces me encuentro con esa preguntita: "Ah, ¿pero también actúas?" No les culpo: es una faceta mía que, pese a que realmente llevo poniendo en práctica bastantes más años de los que llevo dirigiendo, nunca he publicitado tanto. Además, al tener formación estrictamente audiovisual, muchas personas de mi entorno podrían dar por sentado que lo mío es dirigir y que interpretar para mí es un hobby o, peor aún, un capricho. Lo cierto es que interpretar también me apasiona, es algo que me hace sentir vivo y tal vez una de las razones por las que me siento tan cómodo dirigiendo a actores, así como permitiéndoles improvisar una vez empezamos a rodar. Por suerte, me han salido proyectos muy interesantes en ambas facetas, y estoy contentísimo en este aspecto.


Ahora ha llegado el momento de buscarme la vida de una vez por todas y de tomar las riendas de mi destino. Ya no tengo excusa, no tengo unos estudios a los que agarrarme: en el momento en que baje los brazos no me quedará nada con qué justificarme. Y, sin embargo, hay personas que me recomiendan "que no sea tonto", que siga estudiando, que haga un Máster... Yo me pregunto: ¿para qué? Sin ánimo de desprestigiar a los Másters (respeto totalmente a quienes se continúan formando por voluntad propia), vivimos en un país con una tasa de desempleo juvenil que llegó al 57,2%. ¿De qué nos sirve seguir formándonos y formándonos, salvo para pasar el tiempo hasta que esta situación cambie? Si total, al final muchos acabamos o acabaremos emigrando: y esto lo he vivido en primera persona a través de muchos conocidos, amigos y hasta familiares.

Hablo por mí, estrictamente por mí y por nadie más: no me siento con ganas de seguir alargando esta situación. Prefiero negarme a que las cosas son así, a que no se puede hacer nada, a que "es lo que hay". Me niego a aceptar que ahora mi situación es la de haber finalizado unos estudios y, o empezar otros, o irme directo a la cola del paro. No sé qué va a ser de mí ahora, francamente; tampoco sé si, tal como están las cosas, tendré la oportunidad de luchar por mis metas (sí, las llamo metas alcanzables, no sueños) de poder ejercer en mayor o menor medida la dirección audiovisual y la interpretación; ni tampoco sé si conseguiré aquello que me propongo en la vida, sea aquí o en cualquier otro país. No lo sé: como buen momento de incertidumbre, no sé qué va a pasar. Y no me miréis en busca de una respuesta o de una fórmula: yo no las tengo.


Solo sé que he disfrutado muchísimo de estos cuatro años de universidad. Ha habido de todo: alegrías, bajones, estrés, momentos de calma... Y también puedo decir que he tenido la inmensa suerte de hacer buenos/as amigos/as, de conocer a personas maravillosas, de aprender muchísimo tanto dentro como fuera de las aulas, de tener todo tipo de vivencias, de trabajar en varios sectores... De vivir, en definitiva. Ha sido una etapa preciosa que, con sus más o sus menos, no cambiaría por nada.

Ahora estos cuatro años ya se han esfumado, ya han pasado: llegó el momento de aceptar que una etapa acaba aquí. Y que otra empieza aquí, en este mismo punto. Con sus más, con sus menos, con sus esperanzas y sus dudas. ¿Me irá bien? No lo sé. ¿Conseguiré lo que me propongo? Tampoco lo sé. ¿Lucharé por ello? Por descontado que sí, cueste lo que cueste. Mi principal meta no es la de conseguir mis ambiciones, sino sencillamente la de salir adelante, la de hacerme un lugar en este complicado mundo, y la de ser feliz y luchar cada día por ser la persona que quiero ser en la vida.

Nueva etapa: allá vamos.

Crisis = Peligro + Oportunidad