miércoles, 18 de mayo de 2011

A cuatro días de las municipales



En plena etapa de vorágine estudiantil (debido a la ingente cantidad de entregas de prácticas y de exámenes a la que me somete el Plan Bolonia) y quizás motivado por el estrés que ahora mismo arrastro en el cuerpo (estrés que me motiva a estar más enérgico y combativo que en etapas de relax), me decido a escribir una pequeña reflexión personal acerca de las próximas elecciones municipales, que tendrán lugar este próximo domingo 22 de mayo.


Y es que me estoy dando cuenta, conforme pasan los años y aumenta mi experiencia (y, ergo, mi descontento y desconfianza), de que la política (sea estatal, autonómica o municipal) se ha convertido en una suerte de marketing idiotizado, o mejor dicho, en la venta de un producto que sabemos de antemano que es defectuoso. No en vano, estamos en la etapa de mayor descontento social que recuerde haber presenciado a lo largo de mi joven vida (y, aventurándome mucho, osaría decir que se trata de una etapa paralela al descontento que se produjo y se manifestó por parte de la juventud española en el ocaso del régimen franquista), situación que nos ha llevado a la recurrente frase de "¿Para qué voy a molestarme en votar/participar en el sistema/intentar cambiar las cosas? Es una batalla perdida, todos los políticos son iguales".



Esa es una actitud pasiva y ombliguista con la que, sincera y personalmente, no caso en absoluto: precisamente se trata de que en esta etapa de crisis (término que, recordemos, en carácteres orientales se escribe igual que "oportunidad") nos unamos y movilicemos el país entero para parar el sistema y demostrar a quienes controlan el cotarro de que el pueblo, mal que le pese al sistema partidocrático que intentan colarnos como democracia (vendiéndonos gato por liebre), sigue teniendo voz y voto en el sistema que nosotros mismos, votantes, fundamentamos y cuyo funcionamiento mantenemos vivo.

Por eso mismo, lo mejor que podéis hacer este domingo es evitar quedaros en casa y acudir a las urnas, pero no a votar a lo de siempre (a los partidos mayoritarios) solo porque creáis que van a ganar votéis a quien votéis, sino a votar desde el corazón y desde la mente a quien consideréis más apropiado. Recordad que estáis votando a nuestros representantes más directos: lo mínimo es que nosotros mismos creemos la democracia a partir de la participación activa y que reclamemos de vuelta a quien gobierne aquello que le pedimos en su día.

¿Y qué le pediría yo, no solo al partido ganador en las elecciones municipales de Reus y de Tarragona, sino al partido que se haga con el gobierno de España en 2012?



1. Mayor flexibilidad del capital y mayor disponibilidad de dinero por parte del contribuyente

No es ningún secreto que el contribuyente prefiere disponer de su propio dinero para usarlo e/o invertirlo como le plazca y crea más oportuno, por poco que sea, a tener que estar cada vez más apretado por una cantidad de impuestos creciente cuyo único propósito es reducir el déficit del "estado del Bienestar" zapaterista e intentar paliar la catástrofe en que nos ha sumido siete años de horrible gestión pseudokeynesiana. Si el contribuyente está menos sometido al pago de tasas y puede disponer de su propio dinero, el consumo podría subir, reactivando así el funcionamiento de las industrias relacionadas con aquello que sea consumido (y generando puestos de empleo).

2. Fomento del alquiler de domicilios en detrimiento de las hipotecas

El hipotecaje nos ha llevado a unas cifras de desalojos y a un índice de morosidad y deuda insostenibles de cara al futuro. Lo peor de todo es que la opción basada en que las personas endeudadas que no sean capaces de devolver el dinero debido dejen en pago sus viviendas es simplemente inconcebible para los bancos (ya que una devolución en masa provocaría la quiebra de la inmensa mayoría de bancos españoles), de modo que ni siquiera es una opción. Así pues, y de cara al futuro, sería recomendable establecer políticas de vivienda que favorezcan el alquiler en detrimiento del hipotecaje.

3. Implantación de una nueva industria española

Bien sabido es que, cuando pudimos hacerlo, decidimos ignorar por completo el I+D y centrarnos en ser países satélite en cuanto a mano de obra para empresas de capital extranjero (que, con la crisis y viendo reducido su margen de beneficios, han decidido instalarse en otros países cuya mano de obra sea más barata) y en sobreexplotar (con el apoyo de bancos y de los partidos políticos, interesados en lucrarse rápidamente sin tener en cuenta que tarde o temprano la burbuja estallaría) el mercado inmobiliario. Una vez muerto el sector de la construcción y con unas tasas de paro estratosféricas, yo me pregunto: ¿no cabe la posibilidad de, en vez de aguardar pacientemente la reactivación de dicho sector, intentar crear de la nada una industria que dé salida a los millones de parados que hay en España? Somos uno de los países con mayor índice de creatividad y emprendedoría de Europa y del mundo, creo que somos perfectamente capaces de superar este reto si los organismos que controlan el capital se prestan a fomentar la creación de proyectos industriales viables.

4. Menor intervencionismo del Estado en el mercado y menor proteccionismo para con las entidades bancarias

Ningún mercado ni ninguna industria puede ser rentable por si mismo si para funcionar depende inexorablemente del colchón económico que supone el fondo monetario estatal. Por tanto, el Estado debería limitarse a una función meramente social (dando prestaciones a quienes la necesiten, como familias con pocos recursos, estudiantes, parados y pensionistas), proveedora de bienes que las empresas privadas no quieran suministrar (como redes de ferrocarriles o construcción de carreteras, autopistas y autovías, por citar dos ejemplos) y administrativa. Los rescates solo contribuyen al amiguismo empresarial y a la manutención de industrias obsoletas y empresas en bancarrota: igual que los trabajadores hemos caído, las empresas que no resulten sostenibles también deberán caer o remodelarse para sobrevivir. Cualquier otro intento supone más déficit y más gastos para el Estado, y eso son gastos que nosotros, los contribuyentes, pagamos de nuestro bolsillo.

Ahora es el momento de empezar a cambiar las cosas, de tomar conciencia de nuestra situación y de intentar que este chaparrón pase y empezar a levantar la cabeza. Si el domingo 22 de mayo hacemos esto, siempre habiéndonos liberado de prejuicios y de supuestos preconcebidos, quizás el resultado de las elecciones generales venga marcado por una conciencia social muy activa y dispuesta a luchar por un sistema político y económico más justo, equitativo y sostenible.