miércoles, 23 de septiembre de 2009

"Malditos Bastardos"


AVISO: La siguiente crítica, si bien no contiene Spoilers ni destripes evidentes, puede detallar, de forma muy poco significativa, eso sí, ciertas escenas y contenidos del film. Si no queréis saber absolutamente nada de la trama ni de su desarrollo, os aconsejo posponer la lectura de esta crítica hasta que ya hayáis visto la película.

Al fin llegó el esperado regreso de Quentin Tarantino, tras dos años desde aquella infumable "Death Proof". La gran pregunta era: ¿Remontaría el cineasta de Tennessee el nivel para regalarnos otra gran película? ¿Sería su particular visión de la Segunda Guerra Mundial una cinta puramente mediocre? ¿O bien caería aún más bajo, hundido en su ego?

Para suerte y regocijo de muchos, "Malditos Bastardos" ("Inglorious Basterds") se inscribe en la primera opción. Sabroso mejunje entre "Jackie Brown" (por su tono crepuscular, los ingeniosos giros de guión y alianzas , y el ritmo generalmente basado en diálogos), "Kill Bill" (el protagonismo femenino, marcado por las ansias de venganza debido a un despiadado acto perpretrado por el antagonista) y "Pulp Fiction" (por la desmitificación del estereotipo; si en aquella se desmitificaba a los asesinos y sicarios de toda la vida, en ésta es el turno de los comandos militares, e incluso de los propios nacionalsocialistas, Hitler y Goebbels incluidos), "Malditos Bastardos" (lejanamente inspirada en la película "Aquel maldito tren blindado" de Enzo G. Castellari -titulada "The Inglorious Bastards"... ¿Os suena de algo?-) es, más que una cinta bélica al uso, un spaghetti western clásico con toques de John Ford, unido al negrísimo sentido del humor y la diarrea verborreica de la que padecen los personajes, marcas de la casa de Mr. Tarantino. En resumen, sería como "Doce del Patíbulo" dirigida por Sergio Leone.

Con escenas que parecen directamente extraídas de la mente (y la cámara de vídeo) de Sergio Leone (los bastardos arrancando cabelleras nazis en un bosque mientras un alto rango pasea a cámara lenta ante su fatal destino) y una nada menospreciable falta de respeto por la historia de la humanidad, Tarantino le echa coraje al asunto, ofreciéndonos, no solo una visión alternativa del desenlace de la Segunda Guerra Mundial (cual John Milius con la Guerra Fría en "Amanecer Rojo", pero mil veces mejor), si no algo mejor: la venganza del pueblo judío contra el régimen de Adolf Hitler, y todos aquellos que lo protegieron y respaldaron moralmente.

Estructurada (como ya es usual en el bueno de Quentin) en cinco capítulos, la película ofrece los veinte minutos más insoportablemente largos y tensos que servidor ha tenido el dudoso placer de degustar en una sala de cine, tras los cuales (y después de un escalofriante baño de sangre off-screen) nos son presentados los Bastardos en cuestión. Con un ajustado reparto ofreciendo tan buenas interpretaciones como se le puede suponer a un film dirigido por Tarantino (a destacar el magnífico trabajo cómico de Brad Pitt, la malévola y desquiciada presencia de un enorme Christopher Waltz, una escalofriantemente bella y vengativa Mélanie Laurent y un correctísimo Daniel Bhrül dándole la réplica), un nivel de producción de bandera, un montaje cuasiperfecto (gran trabajo de Sally Menke, colaboradora habitual de Tarantino), una espectacular dirección de fotografía del maestro Robert Richardson y una banda sonora a la altura de lo esperado(menos pegadiza que en anteriores obras del cineasta, pero mucho más ajustada a las imágenes, sin duda alguna), esta cinta, además, es un ejercicio de metacine:

-El cine como demagógico instrumento de revisión histórica.

Digamos que la película monta un doble juego cómplice con el espectador: mientras que la propia narración es un demagógico panfleto histórico, o, mejor dicho, lo que a Tarantino le hubiese gustado que fuese el curso y desenlace de la Segunda Guerra Mundial, dentro del propio film hallamos "El Orgullo de la Nación". Deudora del cine de Leni Riefenstahl, esta película propagandística (dirigida por Eli Roth, que interpreta a "El Oso Judío") es, aparte de una enorme broma metacinematográfica, un reflejo de lo que "Malditos Bastardos" representa ante sus espectadores. Solo que en el caso de los espectadores de la cinta de Tarantino, estos sí saben que todo es una farsa, contrariamente al público que llena el cine de Shossana.

Finalizado este inciso, huelga decir que no todo son maravillas en el regreso de Tarantino. Mientras que los capítulos Uno, Dos y Cinco son de lo mejorcito que nos ha regalado este Autor (sí, con mayúsculas, porque lo merece, pese a algún patinazo que otro), y el capítulo Tres es muy entretenido y tenso, el Capítulo Cuatro (titulado "Operación Kino") es, de lejos, lo peor del film, especialmente cuando la acción se traslada al sótano del bar. Sintiéndolo mucho, no logré conectar con la escena de las cartas, que, en mi modesta opinión, podría haberse reducido a un tercio y no hubiese ocurrido absolutamente nada. Me da la sensación de que, en un momento dado del rodaje, a Quentin se le volvieron a subir los humos, y decidió que no pasaba nada por volver a sus peores vicios y tics, es decir, aquellos que consiguieron que "Death Proof" fuese un monumental y tremendamente aburrido pestiño con ruedas. Un consejo de espectador, Mr. Tarantino: una conversación de catorce minutos sobre la borrachera de un soldado alemán que va a ser padre no tiene porqué funcionar en una película que trata sobre una venganza contra los nazis.

Otro gran error: la falta de presencia y protagonismo de los Bastardos. Me da la sensación de que el cineasta de Tennessee tenía un brillante guión a medias con los Bastardos como protagonistas, y otro con Shossana como líder del film. Al no poder acabar ninguno de ambos, tal vez se decidiese a juntar ambos libretos, a ver qué pasaba. La jugada le ha salido muy bien, desde luego, pero lo que no es de recibo es que, de los once Bastardos, perdamos la pista de, al menos, tres de ellos, sin razón ni explicación alguna, ni que, literalmente, desaparezcan de la película durante aproximadamente media hora.

Pero, ¿sabéis qué? Que me encantó. La volvería a ver sin dudarlo ni un segundo, pagando los siete euros de rigor, por supuesto. Es el regreso del mejor Tarantino (el que nos deleitó con la maravillosa "Kill Bill: Volumen 2", con "Pulp Fiction", "Reservoir Dogs" y "Jackie Brown"), puro nervio y descontrol en estado puro. Juego extracinematográfico, mil y una referencias, un listado de aquello que hace grande a este cineasta (como su innegable amor por los más pequeños detalles), diálogos memorables, estallidos de violencia impactantes, interpretaciones impecables, un trabajo de dirección brillante... y ese finalazo. Sin duda alguna, gustosamente volvería a recorrer las dos horas y cuarto previas al desenlace con el único fin de presenciar de nuevo ese poético, desquiciado, macabro, divertido, espantoso, artístico, y, sobretodo, terriblemente hermoso clímax. Así se cierra una historia, desde luego.

LO MEJOR:

-El Capítulo Cinco, al completo. Una maravilla en cuanto a tensión, puesta en escena, música... culminada con uno de los mejores finales de la historia del cine. Tiempo al tiempo, si no me creéis.

-Los veinte primeros minutos, agobiantes y maravillosamente rodados.

-La función desempeñada por Pitt, Waltz, Laurent y Bhrül, con mención especial para un Eli Roth muy puesto en su papel (aunque hay que reconocer que ni su personaje ni el actor daban para más).

-El apartado artístico y técnico, sin excepción.

LO PEOR:

-La interminable e insufrible escena del bar.

-Un innecesario (aunque no molesto) cameo de Mike Myers.

-Los Bastardos deberían haber gozado de una mayor presencia en el film, y no hubiese estado de más saber qué ocurre con varios de ellos, dado que desaparecen sin más.

NOTA FINAL: 7,5/10

martes, 8 de septiembre de 2009

Malas adaptaciones de cómics al celuloide: "X-Men Orígenes: Lobezno"

Introducción

Antes que nada, quisiera aclarar que esta serie de artículos que paso a inaugurar (y que continuarán con más adaptaciones paupérrimas, como, por ejemplo, "Spider-Man 3", "Dragonball: Evolution" o "Catwoman", entre otras) no es una friki-iniciativa por mi parte, si no un intento de analizar a un nivel más profundo las adaptaciones de cómic al celuloide.

Pero vayamos por partes. En primer lugar, me gustaría ubicaros en el contexto en torno del cual girarán estos artículos. Habitualmente, los (y las, puesto que existe un sector de mujeres lectoras de novelas gráficas mucho mayor de lo que se cree) coleccionistas de cómics son personas con un nivel económico medio/alto (es decir, disponen de cierta holgadez monetaria, la cual les permite continuar con su hobby). Lo más frecuente es encontrar, en el target de coleccionistas y ávidos lectores, a personas que, durante su infancia, tenían el hábito de comprar y leer tebeos, y que, con los años, han recuperado (tan pronto como han tenido la solvencia suficiente) dicho hábito, convirtiendo su afición en coleccionismo.

Resumen histórico de este género cinematográfico



El coleccionismo que llevan a cabo estas personas (entre las que, claramente y sin tapujos, me incluyo) no se limita a los tebeos y novelas gráficas: también se extiende al merchandising propio de estas historias (figuritas, videojuegos, artículos de decoración...), y, sobretodo (en caso del que escribe estas líneas), a las adaptaciones cinematográficas (que repercute, a nivel económico, tanto en la recaudación en salas de cine como en el mercado del DVD, Blu-Ray...). Pese a que, técnicamente, quienes inauguraron el género superheroico en el séptimo arte fueron Spencer Gordon Benett y Thomas Carr con su adaptación de "Superman" (1948), el verdadero debut de los superhéroes en el celuloide se lo debemos a Richard Donner ("Arma Letal") con su "Superman" (1978), verdadero hit y nacimiento de este género cinematográfico. Le siguió Tim Burton con sus dos cintas dedicadas a Batman ("Batman" y "Batman Vuelve"), pero, durante la década de los noventa, el género anduvo de capa caída (nunca mejor dicho).


Por ello, es de justicia reconocer a Bryan Singer ("Sospechosos Habituales", "Valkiria") el mérito, no solo de otorgar seriedad y prestigio a un género cinematográfico harto dañado por numerosos bodrios (entre otros, "Blade", "Spawn" o "The Phantom"), si no de impulsar la creación de películas basadas en cómics con su "X-Men" (2000). Huelga decir, además, que en 2003 se superaría a si mismo y crearía la que, en mi modesta opinión, es una de las mejores cintas de superhéroes jamás vista: "X-Men 2". En 2005, pero, Singer se desvinculó de la productora 20Th Century Fox para unirse a Warner Bros y realizar su tan ansiada cinta de "Superman": "Superman Returns". Por ello, "X-Men 3" quedó, primeramente, en manos de Matthew Vaughn ("Layer Cake", "Stardust"), pero finalmente, quien lo dirigió fue Brett Ratner ("Hora Punta", "El Dragón Rojo"). El resultado: una mediocre cinta de Superman por parte de un Bryan Singer desubicado y demasiado reverencial hacia la obra de Donner, y una entretenida pero mejorable tercera entrega de la saga mutante por parte de Ratner, muy por debajo de las dos primeras cintas de la franquicia.

X-Men Orígenes: Lobezno


ADVERTENCIA: La siguiente reseña está repleta de Spoilers y destripes acerca de la película. Si tenéis algún interés o intención de verla (cosa que, sincera y personalmente, os desaconsejo), probablemente sea mejor que evitéis leer los siguientes párrafos.

Parecía que "X-Men Orígenes: Lobezno" subiría el listón dejado por "X-Men: La Decisión Final"; más aún cuando se supo que Gavin Hood (oscarizado director por "Tsotsi") cogería el mando de la cinta, con David Benioff ("La Última Noche", "Troya") como guionista. Pero no: 2008 y 2009 han sido años fatídicos para 20Th Century Fox, actualmente dirigida por el mayor cenutrio de la historia del cine, Tom "PG-13" Rothman. Este buen señor, particularmente obsesionado con hacer productos (me niego a llamarlas películas) siguiendo a rajatabla las estadísticas y análisis que le entregan sus abogados y asesores (¡Cual Florentino Pérez del celuloide, pardíez!) sobre qué le gusta y qué no le gusta al público (¡Como si eso pudiera determinarse en una estadística!), ha llevado a la cochambre a un, antaño, poderoso y respetable estudio de cine, convirtiéndolo en la gran fábrica de juguetes de Hollywood. Perdón, en la gran fábrica de mierda.

He ahí que Rothman impuso tres condiciones de cara a la realización de "Lobezno":

1. Dado que el guión de David Benioff no contenía, según el parecer de Mr. Rothman, suficientes escenas de acción, el productor impuso que Skip Woods (autor de excelsas maravillas como "Hitman" u "Operación: Swordfish") reescribiese el libreto, a fin de añadir (encajasen con la trama o no) más peleas. Lo que resultó fue un guión incoherente y absolutamente desastroso, repleto de personajes sin sentido ni utilidad (especialmente atroces son las inclusiones de Mole, Barnell, Gambito y Masacre), con giros argumentales que producen vergüenza ajena (dicho sea de paso, más propios de Woods que de Benioff) y sin ningún respeto por el material de origen ni por sus lectores habituales.

2. Harto conocida resulta la siguiente anécdota: el director Gavin Hood mandó pintar el set de rodaje en el que se rodarían las escenas del proyecto Arma X. Sus instrucciones dejaban claro que el set debía tener colores oscuros y fríos, y escasa iluminación, para provocar un efecto tenebroso a modo de ambientación. Dado que Rothman desconoce el término "ambientación" y sus estadísticas demostraban que, con mayor iluminación y colores "más alegres", un 7,591293% más de adolescentes irían a ver la película (WTF?), el mandamás ordenó, en ausencia del director, repintar completamente ese set. Podéis imaginar la reacción de Hood al ver lo que habían hecho con el decorado una vez lo vio "repintado".

3. Otro enfrentamiento director-productor: Gavin Hood estaba rodando una película mucho más violenta y adulta que las tres anteriores entregas (y, dicho sea de paso, mucho más adecuada al tono general de los cómics protagonizados por Lobezno), con lo cual, los que ponían la pasta no quedaron demasiado satisfechos, ávidos de atraer al público infantil a las salas (y poder venderles las figuritas de acción, cómo no). Así pues, mandaron suprimir toda la sangre en las escenas en que los protagonistas sufren cortes o heridas, e incluso, re-filmar escenas de acción, en aras de hacerlas más light y políticamente correctas. Señores de Fox: Lobezno NO es Spider-Man, ni Superman. Lobezno es un badass, un mercenario, un ser violento e irascible. La frase "Soy el mejor en lo que hago, y lo que hago no es muy agradable" no sería enunciada por un superhéroe familiar.

Dicho esto, pasemos a analizar los mayores fallos de adaptación que se cometieron en este filme.

Errores de adaptación y libertades "creativas"

1. La relación Lobezno/Dientes de Sable


¿Por dónde empiezo? Durante toda la película, se nos cuenta que Lobezno y Dientes de Sable son hermanísimos, y que, cual dueto Matthau/Lemmon pero con garras, mantienen una particular relación amor/odio fraternal.

Eso no es así, al menos, si nos atenemos a las biografías de los personajes. Dientes de Sable no es pariente de Lobezno. Me da la sensación de que el embrollo fraternal que se han montado los guionistas se debe mucho más a una confusión de nombres que a otra cosa: el nombre real de Dientes de Sable es Victor Creed, mientras que el presunto hermano de Lobezno se llama Victor Logan (un muchacho más conocido como "Dog" Logan). La cosa es que ambos Victor, aparte del nombre propio, no tienen absolutamente nada que ver. Dientes de Sable es un mercenario que mantiene una férrea rivalidad con Lobezno por el mero hecho de ser su competencia en el negocio. Por no hablar de la sociopatía y trastornos psíquicos que padece Dientes de Sable, que le provocan una irracionalidad propia de una bestia, hasta el punto de asesinar a Silver Fox, amante de Lobezno, hecho que desencadena su posterior y mortal enemistad.

Por no hablar de un detalle de la cinta que no guarda absolutamente ninguna continuidad con respecto a la trilogía de "X-Men" (de la que esta película es precuela, es decir, cronológicamente anterior): después de la batalla final contra Masacre, en la que, por cierto, Dientes de Sable le salva la vida (después de haber intentado matarle durante toda la película... la coherencia al poder) antes de ayudarle a acabar con su enemigo, el villano se marcha por donde ha venido, espetándole a Lobezno que volverán a verse, ya que los hermanos han de cuidarse mútuamente (repito, todo ello después de haber intentado matarle repetidamente).

Lo que yo me pregunto es: ¿Por qué en "X-Men" de Bryan Singer, donde, por cierto, presenta un aspecto completamente distinto (y mucho más fiel respecto a los cómics), Dientes de Sable no le dice a Lobezno que es su hermano y le cuenta todo lo que pasó? Se entiende que Lobezno no le recuerde, dado que perdió la memoria (de una forma harto ridícula, tal como veremos luego), pero, ¿qué explicación se da al hecho de que Dientes de Sable parezca no reconocerle siquiera? ¿Hemos de suponer que perderá la memoria también (cosa que en los cómics no sucede) en la secuela que están preparando, ambientada en Tokio?

2. Personajes mezclados sin sentido ni coherencia cronológica

No tiene razón de ser introducir a Gambito en esta película, y he aquí los porqués:


a. Además de no guardar ningún parecido físico ni estilístico con su referente comiquero, ni estar bien retratado como personaje ni como mutante, no aporta absolutamente nada al argumento ni a su desarrollo, aparece porque sí. No es más que un mecanismo narrativo para forzar la llegada de Lobezno al complejo científico de Stryker, y se nota descaradamente que su mera inclusión está forzada por los productores, ávidos de atraer a los fans de dicho personaje a las salas con el pretexto de verle en acción (cuando, además, el suyo es un caso muy parecido al de Venom en "Spider-Man 3": aparece diez minutos en todo el filme y desaparece como si nada). Es un cameo porque sí.

b. En la película se nos muestra a un Gambito ya adulto en el momento en que Lobezno busca a quienes le implantaron el esqueleto de adamantium. Esto es un error de proporciones bíblicas: acorde con su edad en los cómics, y su verdadera incorporación a los X-Men, Gambito debía ser un bebé durante los años en que transcurre la película.

Para rematar, se cometen fallos atroces con otros personajes, como Cíclope, Kayla Silverfox y Emma Frost (en su caso, convirtiéndolas en hermanas por la patilla) o Barnell Bohusk (en la película, figurando como Chris Bradley y con poderes completamente distintos, pese a que en primeros borradores, aparecía como Barnell).

3. La pérdida de memoria de Lobezno

Entiendo que para 20Th Century Fox, que Lobezno pierda la memoria por su propio factor de regeneración (como mecanismo de protección mental ante posibles traumas debido a las atrocidades que tiene que cometer y presenciar, y las numerosas tragedias que le han ido persiguiendo a lo largo de su vida) es un hecho poco cinematográfico. Pero señores, hay adaptaciones y adaptaciones.

De todas las posibles explicaciones alternativas que se nos podrían haber dado, van ustedes y eligen la peor y más absurda, digna de un episodio de los Looney Tunes: resulta que el General William Stryker, artífice del proyecto Arma-X (otra invención por la patilla), guardaba escondida una pistola con balas de Adamantium. La científico que tiene a su lado le advierte que disparar a Lobezno a la cabeza con esas balas no le matará, y Stryker suelta "No le matarán, pero sus recuerdos nunca volverán", y se queda tan ancho.

No hace falta decir que, tras provocarle para que le ataque y dispararle en la cabeza repetidas veces con dichas balas, así ocurre. (Ahora es cuando los fans de Lobezno salimos a la calle equipados con antorchas, cócteles Molotov y granadas de mano)

4. Masacre


No solo es imperdonable que hayan modificado su aspecto físico (de una forma harto ridícula) hasta convertirle en un patético clon de Baraka (personaje de la saga de videojuegos "Mortal Kombat"), si no también que:

a. Hayan convertido al personaje, primero en un alivio cómico personificado por Ryan Reynolds con incontinencia verbal, segundo en un vulgar final boss, completamente dominado por William Stryker mediante un Spectrum ochentero con teclado incorporado. Para el recuerdo queda la escena en que Stryker, en el momento en que Masacre tiene a Lobezno a su merced, escribe "D-E-C-A-P-I-T-A-T-E" en su teclado roñoso.

b. No expliquen porqué se ofrece voluntario para el proyecto Arma-X (cuando en los cómics, se ve que su motivación principal es curarse de la enfermedad terminal que le aqueja), quedando el personaje completamente vacío y desdibujado. No contentos con sodomizarle, los productores decidieron que, además, sería buena idea darle todos los poderes mutantes habidos y por haber: teletransporte, rayos oculares (¡Exacto, como los de Cíclope!), el poder de regeneración de Lobezno y Dientes de Sable, superagilidad y dos enormes katanas que le salen de los antebrazos (Ay Dios...). Un absoluto desastre.


Conclusión

Sé que en su día ya puse a caldo a esta cinta (crítica mediante, en este mismo blog), pero aquí no me he centrado tanto en volver a expresar mi opinión estrictamente cinematográfica, si no en señalar el nulo interés que tienen los productores de cine, no solo en ofrecer buenas películas de superhéroes (la saga de Batman dirigida por Christopher Nolan, "Iron Man" de Jon Favreau y "Spider-Man 2" de Sam Raimi, entre otras pocas, son raras avis), si no en ofrecer una adaptación mínimamente fideligna del material de origen de cara a contentar a los fans.

No se exige una adaptación idéntica, ni mucho menos: bastaría con que, entre productores, guionistas y directores, se molestasen en documentarse mínimamente para no cometer atrocidades como las que hemos visto en "X-Men Orígenes: Lobezno" (la cual, por no funcionar, no funciona bien ni como precuela). "El Caballero Oscuro", "X-Men 2", "Spider-Man 2" y "Batman Vuelve" son pruebas fehacientes de que se pueden hacer buenas películas basadas en novelas gráficas/tebeos, siempre y cuando haya una intención narrativa que justifique los cambios llevados a cambio y una voluntad de hacer buen cine.

Próxima entrega: "Spider-Man 3"

lunes, 7 de septiembre de 2009

¡Niños, las drogas son malas para el cerebro!



En esta ocasión, y después del via crucis que ha supuesto para mi el visionado de las joyas audiovisuales que os adjunto a continuación, mi mente se halla en tal estado de entropía que mis pensamientos vagan sin rumbo entre el Nirvana y el más profundo de los Avernos.

No en vano, acabo de presenciar los mayores horrores engendrados por una mente humana. Mi pregunta es: ¿Qué sustancia lisérgica/droga de diseño consumieron los autores de semejantes caos pictórico-sonoros?

Con todo esto, lo que intento es instaros enconadamente a que rechacéis sin miramientos el mero hecho de consumir sustancias alucinógenas. Que sepáis que este consejo por la adecuada conservación de vuestras neuronas.

Sin más dilaciones, la maratón de los horrores: